Abril 2006:
Una persona a quien amo profundamente se me acerca y me dice: «Dignidad, recuerda esta palabra. Antes que nada eres una persona, ser persona va antes que ser empleado o empleador». Entonces decido dejar ese trabajo en el que suceden cosas tan terribles que darían para una película de horror. Junio 2007:
Durante un viaje por Europa con mi madre y hermana pasamos por París. Entramos en una tienda típica de recuerdos para turistas. Observo a unas mujeres fantásticas, las vendedoras. Hablan ocho idiomas cada una sin problemas y pueden descifrar de dónde viene uno. Al ver eso me digo a mí misma: «Quiero ser una ciudadana del mundo. Quien habla idiomas no tiene barreras». Agosto 2007:
Lo conozco y mi mundo cambia. Por primera vez sé que no tengo que hacer nada para estar cerca de él. Se acerca a mí, comparte sus secretos, yo comparto los míos. Sé que hay alguien diseñado para mí, aunque no sea él. Noviembre 2009:
Estoy en un taller de meditación cuando de la nada, frente a todo el grupo la maestra, con mucha fuerza, me pregunta: «¿Qué quieres hacer?». Yo empiezo a llorar sin parar y, con una cascada de emociones en el pecho, digo: «¡Me quiero ir a Alemania!». Ella me contesta: «Eso es, así será». Septiembre 2010:
Llego a mi primer departamento en Berlín y tengo una sensación de alegría y de vacío al mismo tiempo. No hay nada en el lugar, sólo yo y mis maletas. En ese momento me doy cuenta de que lo he logrado. Febrero 2011:
Camino por el parque del Retiro en Madrid y se acerca una mujer a leerme la mano. Me dice: «Soy la gitana Susana, te vas a acordar de mí, te voy a cambiar la suerte. Te quitaré la pena que un hombre moreno te ha dejado. En dos meses conocerás a un rubio que te hará muy feliz, con él tendrás gemelos». Me siento mejor, sé que me van a suceder cosas buenas y me acuerdo de que no vale la pena sufrir. Mayo 2011:
Estoy traduciendo del alemán al español en la boda de unos amigos y noto que él me está mirando, es el rubio amigo de los novios que pasó por mí para llevarme a la boda. Por primera vez siento una gran certeza, un gran sí. Sé que el compañero de mi vida ha llegado. Luego me invita a salir con él cuando regresemos a Berlín. Abril 2016:
Una terapeuta me dice que mi proyecto es un hobby y que necesito encontrar un balance económico. Me enfurezco. Siento mucha injusticia. Siento que todo el tiempo que he invertido es tiempo perdido. Pero luego reacciono: no tengo que trabajar más, sino recibir más por lo que trabajo. Decido que voy a salir al mundo a buscar ese balance, que voy a salir de la zona de confort. Noviembre 2016:
Sentada con mi compañero en el hospital veterinario esperamos por el resultado de la operación de nuestra gatita. Nos dicen que el tumor de 700 gramos que tiene dentro es inoperable. En ese momento comprendo que el tumor era el perro negro que se me apareció en un sueño, donde yo trataba de protegerla y la abrazaba para que no tuviera miedo. Febrero 2017:
Decido renunciar a mi proyecto, la ONG que fundé y que me ayudó a perseguir mis sueños. Me siento liberada. Pienso que cada cosa tiene su tiempo y su lugar y que ese ya no es el mío. Ahora hay espacio para nuevos sueños.