Enero 2003:
Estoy jugando sola otra vez. Mi familia dice que debería tener más amigas, han intentado muchas veces presentarme a otras niñas y niños para que yo pueda jugar. Quizás piensen que me siento sola, pero la verdad, estoy mucho mejor así. Si soy sincera conmigo misma, me encanta estar sola y, sobretodo, que nadie me moleste al jugar.
Enero 2003:
La beso. No hay mucho aún que perder. Al final parece que el que no tiembla soy yo.
Enero 2003:
Veo cómo mi abuela paterna regala dulces y unas carteras a mis primas y a mí no. Me duele tanto que me pongo a llorar ahí mismo. No es porque no me regale cosas, sino que sé que no lo hace porque la verdad es que no me quiere. Ese mismo día mi mamá y papá pelean porque él siempre justifica a su mamá.
Enero 2003:
Mi mamá me prohíbe sacar el peluche que le regalaría a su amiga. Saco mi osito. Ella me ve con él y va directo a buscar la correa de papá. Entre sus golpes y mi llanto logro hablar y decirle «es mío... es mío». Se detiene analizando la situación mientras lloro. Al darse cuenta de su error me abraza pidiendo disculpas.
Enero 2003:
Hemos subido mucho hasta llegar a la cima de esta colina. Después de admirar la vista y nuestro logro, les sugiero poner una bandera, pero como no hay tela, decidimos tallar nuestras iniciales en un tocón.
Enero 2003:
Estoy de viaje sola por el sur de Francia. En Nimes me alojo en un «Auberge de Jeunesse» y la primera tarde camino hasta el pequeño centro para ir al cine. «Coffee and Cigarretes» de Jim Jarmusch termina tarde. Es de noche y apenas conozco el lugar. No hay un alma en las calles, me pierdo de regreso al hostal. Me da miedo. Finalmente llego, disfruto de la luz, de la gente reunida, enciendo un cigarrillo.
Febrero 2003:
Conozco a Pancho. Tiene un collar con la letra «P». «Tenés la P de Pancho», le digo. «No», responde. «Es por Paula, mi novia». Es la primera vez que me rompen el corazón.
Febrero 2003:
Conozco a Bigas Luna en el Taller Audiovisual que imparte en Zaragoza. Me encanta su forma de hablar pausada y que te mire a los ojos. Nos saluda uno a uno y nos hace muchas preguntas. Me gusta oírle.
Febrero 2003:
Comienzo a estudiar cine en la Universidad.
Marzo 2003:
Nunca pensé que sentiría tanto dolor en mi pecho, las lágrimas se me deslizan por la cara sin parar. El corazón como una granada de amargura.
Marzo 2003:
Mis viejos se asoman a la puerta, entran a la habitación de la maternidad donde estoy con mi mujer y mi hijo recién nacido. Los ojos de mi viejo se llenan de lágrimas al ver a su primer nieto. Esas lágrimas me hacen sonreír, soy feliz.
Marzo 2003:
Estoy armando la valija para volver a Argentina. Estuve haciendo teatro. En las plazas, en el metro, en teatros, hasta en el medio de la selva. De México a Colombia. Cuando partí rumbo a Honduras creía que sería un mes de viaje, el destino quiso que fuera un año de encuentros.
Marzo 2003:
Veo el comienzo de la guerra de Irak en televisión. Tengo la sensación de ser víctima de una violación en grupo.
Marzo 2003:
Un chico con el que estoy manteniendo relaciones sexuales me filma desnuda. Invita a dos amigos que también me ven desnuda y me filman.
Marzo 2003:
Escuela Metropolitana de Arte Dramático. Chequeo el listado de los ingresantes a la carrera Puesta en Escena. Encuentro mi nombre, sonrío y miro a mi alrededor. Un desconocido sonríe igual que yo. Sigo mirando el listado para volver a encontrar mi nombre.
Marzo 2003:
Mi madre rompe todos mis cuadros. Empiezo a construir esculturas con cardos estrellados.
Marzo 2003:
El médico está frente a mí y me comunica que tengo una enfermedad hereditaria grave que puede provocar hemorragias cerebrales. Me entero también de que mis dos hijos la han heredado de mí. Desde ahora nuestra vida será completamente diferente. De pronto no puedo respirar bien.
Marzo 2003:
Yo tengo 19. Él es 21 años mayor. Lo hacemos sentados en un puff. Es la primera vez que siento un orgasmo.
Abril 2003:
He llegado a Alemania. Salgo del hotel a buscar una farmacia. Todo está cerrado. Es domingo por la mañana y no hay nadie en la calle. Hay frío y poca luz. Siento que estoy lejos, muy lejos de casa.
Abril 2003:
Camino al jardín con mi hijo de dos años que se detiene deslumbrado ante cada piedrita del suelo de la plaza. Registro con horror mi resistencia. El apuro por los horarios de la escuela y de mi trabajo. La maravilla por las formas singulares y el disfrute del camino a cada instante compiten con los objetivos, los resultados y sus formas preestablecidas. Decido que no quiero vivir así.
Mayo 2003:
Saliendo del aeropuerto de regreso a Chile todo me parece gris y feo.
Mayo 2003:
Gemma se va a trabajar mientras yo sigo durmiendo en su cama. Su padre decide sorprenderla instalándole un nuevo lavabo, pero creo que el sorprendido acaba siendo él.
Mayo 2003:
Estoy sentado en mi despacho del Teatro Neumarkt por la tarde. Hablo por teléfono con Sveta, que está en San Petersburgo, a la vez que miro en el ordenador una Web-Cam que me muestra la ciudad. Me dice que quiere ir al Mar Negro en verano.
Mayo 2003:
La arena se acumula en la cuneta de la carretera que llega hasta una playa semidesierta. Me tumbo allí mismo a echar la siesta. Me siento tan libre que no me puedo dormir.
Mayo 2003:
Mis padres me dejan en la casa de mi prima. Les decimos que vamos a dormir, pero tenemos planes mejores. Nos ponemos las faldas más bonitas que tenemos y usamos tacos, nos creemos muy lindas. ¡El plan no puede ser más perfecto! Llegamos a la fiesta organizada por un colegio de chicos, cruzamos la calle y un auto nos hace luces. Son mis padres...
Junio 2003:
Estreno de mi primera composición para orquesta sinfónica. La música se desenvuelve, el sonido crece, se suman todos los instrumentos, estoy hechizado, me cuesta creer que esto está sucediendo.
Junio 2003:
Nos llega la noticia de que le dispararon a un tío fuera de mi casa y que necesita sangre porque le amputarán la pierna. Volteo y le pregunto a mi papá que significa la palabra amputar.
Junio 2003:
Vivo uno de los momentos más eróticos de mi vida en el mar. Está amaneciendo y el cielo tiene un violáceo inusual. Nuestra piel también se pone violeta dentro del agua y nuestra carne está más rica que nunca, temblamos.
Julio 2003:
Visito a mi abuela Sara en el hospital, se está muriendo. La sala esta llena de enfermos. Me siento a su lado y le pregunto por su infancia en Esmirna, por el viaje en barco a América, por su vida en Chile, su matrimonio y su experiencia en el desierto de Atacama. Me cuenta muchas historias, contesta todas mis preguntas, se cansa. Termina la hora de visita.
Julio 2003:
Paseo con toda mi familia por Santiago. Nos sacamos fotos.
Julio 2003:
En un cumpleaños de 15, el chico más lindo de la clase me saca a bailar un lento. Sin entender, me paro y me dejo agarrar de la cintura. Estamos incómodos: cada uno mira al techo mientras giramos y nos chocamos con otras parejas. Siento un rencor hondo.
Agosto 2003:
Pierdo contra Martina un partida de póker. Hemos apostado un masaje en la espalda.
Agosto 2003:
Recién me mudé de ciudad y en la nueva escuela a la que asisto hay una niña que siempre me patea bajo la mesa y me dice cosas feas. En los recreos quiero hablar con unas niñas, pero ella está ahí y no me juntan. Almuerzo sola.
Agosto 2003:
Nos acaban de avisar que falleció mamá. Antes, por la mañana, falleció Bubu, mi abuela.
Septiembre 2003:
Me caigo jugando a la pinta en el mismo sitio que ayer y se me agranda la herida de la rodilla. Me la tienen que vendar.
Octubre 2003:
En el Hospital Francés la Dra. Fernández me da el diagnóstico: soy portador de VIH.
Noviembre 2003:
Mi tía atiende el teléfono de su casa. Es tarde, pero todavía estoy despierto. «No le digo nada, ¿no?», pregunta. Al rato corta. Falleció mi abuelo.
Diciembre 2003:
Escucho cierta música, leo cierta literatura y miro ciertas películas que me hacen dar cuenta de que es posible reflexionar, discutir y teorizar sobre la estética. También entiendo que la androginia es un elemento que siempre me atrajo.