Enero 2001:
Es un día de verano muy caluroso. Mi mascota es un conejo y mi salvador. Afuera hace aún más calor por las fogatas que están haciendo en las esquinas. Las prenden porque en el barrio dicen que van a venir a saquear las casas. Mis amigos en las calles, yo, aterrada, me encierro un buen rato con mi conejo en la habitación de mis papás.
Enero 2001:
Mi padre tiene que ir a prisión por haber estafado al banco UBS. El miedo a la condena es tan grande que esa misma noche intenta quitarse la vida.
Enero 2001:
Peso 43 kilos pero cargo una mochila que me duplica. Estoy en la Patagonia. Recorro todas las picadas con la agilidad de una cabra. Subo al Lanín como quien se toma el subte a la mañana: alpargatas, short, remera. Ni agua ni comida. Después de más de tres horas de caminar, estoy sola, rodeada de nieve, picos. Siento una inmensidad que me desborda el cuerpo y me asusta la certeza de que no voy a saber descender.
Enero 2001:
Llego a la ciudad en la que siempre quise vivir y tengo cinco años por delante. Es verano, mucho calor, mucha humedad. Camino por primera vez del centro a San Telmo. Absorbo el ambiente, respiro los nuevos aires. Son casi las doce de la noche, veo una parrilla vacía, entro y tomo asiento debajo del ventilador. Pido mi primer bife, papas y vino. Olvido quién soy.
Enero 2001:
Lelai me visita por primera vez. Me dice que es un hada del bosque. Me cuenta historias y me pide que las escriba. Publico el libro «Lelai, un hada verdadera». Mi hija mayor me ayuda a ilustrarlo.
Febrero 2001:
Me mando a hacer un traje de ángel, lo almidono y empiezo a trabajar de estatua viviente en Plaza Francia. Soy muy feliz.
Febrero 2001:
Le digo: «Ya no te quiero, estoy con alguien. Vete para siempre».
Febrero 2001:
Mi hermano pone un CD en el estéreo mientras vamos por la ruta. Escucho por primera vez a Britney Spears, es el principio del resto de mi vida.
Marzo 2001:
Roma, iglesia de Santa Maria in Cosmedin. Luego de sacar la foto obligada a la «Bocca de la Veritá», entro al templo para una visita rápida. Saco algunas fotos y cuando me toco la cara me doy cuenta de que lágrimas ruedan por mis mejillas sin motivo aparente.
Marzo 2001:
Me doy mi primer beso con un compañero del jardín. Empezamos a quedarnos todos los recreos en la sala y nos damos besos de teleserie.
Abril 2001:
Salgo a dar una vuelta en moto de alta cilindrada por las calles del barrio de Liverpool. Luego de varios kilómetros en una ruta descampada, miro hacia mi derecha el atardecer. El enorme sol cae a lo lejos en el horizonte.
Abril 2001:
El profesor de inglés me acaba de descubrir haciendo copia en el examen. Carlos Lara me puso en evidencia porque no quise pasarle el papel con el significado de «those» y «these». Mejor me pongo a llorar.
Mayo 2001:
Vuelvo a mis clases de pintura.
Mayo 2001:
Dejo de odiar a una compañera y decidimos ser mejores amigas.
Mayo 2001:
Ya tengo cinco meses de embarazo, todo va bien y estamos en la nueva ecografía. El médico pregunta cuántos bebés son. «Uno por supuesto», señalo molesta. Él dice, «acá hay dos latidos», le insisto, «es solo uno». Aparece otro especialista y explica que son dos bebés univitelinos. Mi risa se escucha en todo el centro médico y ya no puedo dejar de reír pensando en los milagros de la vida.
Junio 2001:
Marsella. Corro por la orilla del mar, corro de felicidad para descargar. Me acaban de decir que embarco en el barco Odisea 2001, un barco de guerra rumano en gira por el Mediterráneo donde viajan marineros, artistas y periodistas presentando espectáculos, performances, conferencias y encuentros alrededor del tema de la paz. ¡El barco existe! Me siento invencible.
Junio 2001:
Comienzo a escribir en el diario El Este de Rocha. Mi primer trabajo.
Julio 2001:
Me encuentro trabajando en Sydney, limpiando máquinas en un casino, recolectando las monedas olvidadas. Veo un grupo de personas burlándose de mí. La diferencia es que yo he venido a limpiar el casino y no a ser limpiado.
Julio 2001:
Muere mi padre.
Julio 2001:
Una corazonada nos lleva a la ginecóloga de Marina. La doctora la examina y nos manda de inmediato a maternidad. Óscar viene con el cordón umbilical enroscado al cuello. Cesárea. Las enfermeras me encierran en una habitación para que no ponga nerviosas a otras parturientas. Una hora después me entregan a Óscar con un «todo normal». Nunca había oído un comentario más alejado de la realidad.
Julio 2001:
Me doy mi primer beso con un compañero del kinder. Me regala un botón con brillos y decoración como si fuera su novia.
Agosto 2001:
En el colegio hay un concurso del día del abuelo y le propongo a mi abuela hacer juntas un postre, pero ella me propone hacer mole de olla. Cuando llego a la escuela, todos los niños llevan postres y nosotras somos el único platillo salado. Ganamos el primer premio. Una semana después, mi mamá comenta que no le conoce un solo postre a mi abuela.
Agosto 2001:
Estoy en el patio del colegio. Salimos en fila para irnos a casa. Me detengo. «Cerrá los ojos y poné la boca», le digo a mi amiga y le regalo mi primer beso.
Agosto 2001:
Me voy a vivir a España con Macu, el amor de mi vida. Estoy repleta de felicidad. La amo y soy amada como nunca antes me había sucedido.
Agosto 2001:
Veo a mi padre por primera vez en doce años y lo único que me sabe decir es: «Pareces una pequeña Pocahontas».
Septiembre 2001:
Entro a clases y lo primero que veo es el televisor que anuncia que estamos en alerta roja de amenazas de ataques terroristas para la seguridad nacional. Hay mucho silencio y yo pienso que si realmente lanzan una bomba atómica en Washington, ¿llegará su radiación a Florida?
Septiembre 2001:
Hoy mi hija menor cumple 7 años. Tenemos organizada una fiesta en el Museo de los Niños Abasto. Suena el teléfono. Un amigo me dice que mire la tele. La prendo y veo cómo se caen las Torres Gemelas. Los padres empiezan a llamar preguntando si suspendemos el cumpleaños. No lo suspendemos. En el museo hay muy poca gente y yo miro por todos lados por si sucede algo raro.
Septiembre 2001:
Estoy sentada en un pub irlandés de Viena esperando a una amiga escenógrafa. Me siento tremendamente orgullosa de trabajar en el Burgtheater. No entiendo por qué la gente a mi alrededor está absorta mirando las columnas de humo que se ven por televisión. Pocos días después mi madre me visita en Viena y me regala mi primer televisor.
Septiembre 2001:
Empiezo un curso avanzado de arte. Siento como si flotase en el aire.
Septiembre 2001:
Cinco días después del atentado al World Trade Center, estoy haciendo el check-in en el aeropuerto de Tahití. Luego de varios retrasos en diferentes vuelos quedo colgado, no encuentran mi reserva. A mi lado veo a un compatriota elegante que viaja en Business Class. Me ayuda con todo tipo de obstáculos.
Octubre 2001:
Lo veo claro. Mi relación es tóxica y el futuro que me depara es una mierda. La voy a dejar ahora mismo.
Octubre 2001:
Me lo cruzo en el pasillo que va de los dormitorios al baño. Me parece que camina como saltiqueando y quiere entrar rápido a bañarse. Es alto, flaco, con anteojos y usa pantalones de bolsillos. No entiendo bien el nombre que me dice cuando lo saludo al pasar. Su nombre es corto pero no lo retengo. Le pregunto a una de mis compañeras y me dice «Utz, se llama Utz, así cortito».
Noviembre 2001:
Tomo coraje y hablo con mi compañera de facultad de que algo pasa entre nosotras. Ella lo niega, después lo minimiza, hasta que finalmente lo acepta. Nos pasamos toda la noche mirando la saga de El Padrino. Cuando se va a ir, ya de día, le digo que la acompaño a la parada del colectivo. Tardo más de la cuenta en atarme los cordones de las zapatillas. Nos besamos.
Noviembre 2001:
Siento el calor del sol sobre mi cara, en una terraza llena de membrana. Sensación de felicidad.
Diciembre 2001:
Me pongo un aro en la lengua, discuto con mi mamá con la lengua hinchada, me voy de mi casa sin dinero y sin trabajo.
Diciembre 2001:
Brindo con mi padre por el nuevo año en la cama. Está tan enfermo que no puede levantarse y apenas respirar. El médico ha dicho que será su última Navidad. Logra sobrevivir tres más.
Diciembre 2001:
El país es un caos. Nos conocemos con Juan y todo brilla. Mi primera vez en el verdadero amor. «Qué suerte que sos vos». Juntos todo es posible.
Diciembre 2001:
En mi casa hay una cena de cumpleaños. De fondo se oye un cuchicheo de metales. Termino el postre y salgo al balcón, ahora es estruendo de metales. Para entender qué pasa enciendo la tele. Repiten la declaración del estado de sitio y los puntos de encuentro de gente con cacerola. En el balcón un hombre dice: «Esto es experiencia». Agarro el cesto de papeles de mi cuarto y salgo a la calle.
Diciembre 2001:
Es mi cumpleaños, estoy en la entrada de mi edificio con mi novio. Soy adolescente y lloro. Nos sentamos en la calle y comemos papas fritas. Al rato escucho mi canción favorita sonando desde el cielo. Mi mamá me saluda desde el cuarto piso y se ve un pedacito del equipo de audio que puso en el balcón.
Diciembre 2001:
Estoy en Madrid. Salgo a la calle y leo en los puestos de diarios una portada que dice «La Argentina se hunde» junto con un barquito de papel inclinado perdiéndose en un océano de crisis. Me veo en la Gran Vía y siento que no tengo un lugar a donde volver.
Diciembre 2001:
Mi hijo acaba de despertarse de la anestesia. Apenas tiene un año y ha superado con éxito su segunda operación de corazón. Ahora sabemos que vivirá. Estoy infinitamente feliz y aliviada. Lo agarro firmemente en brazos y él me mira a los ojos.
Diciembre 2001:
Nace la primera de mis dos hijos. Soy madre. No sé lo que es eso. Nunca tuve una, ni la recuerdo. Me lo invento, me reinvento.
Diciembre 2001:
Estamos en la pileta en casa de mi mejor amiga del colegio cuando mi papá me viene a buscar. Las cosas en la calle se están poniendo feas y me lleva a casa, que es a tres cuadras.
Diciembre 2001:
Voy por primera vez al teatro del Club de Jóvenes. Esa misma tarde me vuelvo adicta a esa droga a la que llaman teatro.
Diciembre 2001:
Argentina se hunde en la peor crisis de su historia. A muchos no les alcanza para comer. Saqueos. Me cruzo con una madre jovencita. Calza alpargatas deshilachadas. Cinco hijos cuelgan de sus manos. Se los ve prolijos y con el guardapolvo impecable. Un escalofrío me atraviesa. Siento estar frente a una auténtica heroína.
Diciembre 2001:
Humo, sirenas, apocalipsis, temor y desolación, así culmina nuestro año.