Agosto 1974:

Es el cincuentenario de mi escuela primaria en Paternal y hoy se hace un cambio de banderas. Llevo puesto un guardapolvo blanco y una bincha. Soy la abanderada entrante. Llego al patio en donde están todos los alumnos parados. Cantamos el himno nacional y un cura bendice la bandera que yo llevo. Todos se persignan menos yo, porque soy judía.

Noviembre 1980:

Hoy termino la secundaria en el Nacional Buenos Aires. Estoy bajando las escaleras saltando, gritando, cantando. Con una mano me saco el moñito azul que nos obligan a llevar en el cuello, con la otra atajo los huevos que nos tiran los alumnos de los otros años. Corro junto a mis compañeros. Damos una vuelta a la manzana del colegio. Festejamos.

Marzo 1982:

Estoy en Plaza de Mayo con un grupo de compañeros de la facultad y mi novio. Comienzan a tirar gases lacrimógenos. Salgo corriendo por las calles. Mi novio me agarra de la mano y me arrastra. En la corrida pierde un zapato y sigue corriendo sin decir nada. Llego a la casa de una amiga. Entro y llamo a mi mamá para decirle que estoy bien.

Marzo 1987:

Estoy en Jerusalén donde vivo con mi novio; él está haciendo un máster y yo trabajo en un laboratorio. Recibo una notificación del correo que dice que tengo que ir a buscar un fax. Voy a la oficina de correos. Es la primera vez que veo un fax. Mi tío me lo envió diciendo que mi mamá está muy enferma. Gustavo está conmigo. Inmediatamente decido regresar a Buenos Aires.

Julio 1988:

Es viernes a la noche. Estoy recostada en el sillón del living de la casa de mis padres. Toda la familia está dispersa por la casa. Ya está casi amaneciendo. Alguien me avisa que mi mamá se acaba de morir. Tengo 26 años y no tengo mamá.

Enero 1990:

Estoy en la sala de partos. Gustavo está a mi lado y me agarra la mano. Una cámara de video filma el parto. Me ponen la epidural. El obstetra me dice que puje. Yo pujo. Nace mi hijo. Nace Alejo. Se lo llevan para lavarlo. Lo traen y me lo ponen en el pecho. Una enfermera me dice: «Disfrútalo, se van pronto». Ya soy mamá.

Septiembre 2001:

Hoy mi hija menor cumple 7 años. Tenemos organizada una fiesta en el Museo de los Niños Abasto. Suena el teléfono. Un amigo me dice que mire la tele. La prendo y veo cómo se caen las Torres Gemelas. Los padres empiezan a llamar preguntando si suspendemos el cumpleaños. No lo suspendemos. En el museo hay muy poca gente y yo miro por todos lados por si sucede algo raro.

Junio 2012:

Llevo un vestido de seda gris clarito, largo. Hoy festejo mis 40 años. Hoy cumplo una promesa y me caso por ceremonia religiosa con mi marido después de 15 años del civil. La ceremonia es en el living de casa. Mi familia, mis amigos y mis tres hijos están conmigo. El rabino dice unas palabras, me pregunta si quiero por esposo a Gustavo. Acepto. Me estoy casando por segunda vez con el mismo hombre.

Agosto 2007:

La librería está repleta de gente. Estoy presentando mi primer libro: «La Identidad. Historias reales del ADN». A mi izquierda está sentado Santiago y a mi derecha Alberto. Delante mi marido y mis hijos. Me toca hablar a mí. Leo lo que tengo preparado. Leo palabras de agradecimiento. Recibo aplausos. Saludo a todos. Firmo libros.

Diciembre 2016:

Alejo, mi hijo mayor que vive en Nueva York, se presenta en casa por sorpresa. Abraza a Florencia y a Manuel. Luego Gustavo abraza a Alejo. Y yo a mis tres hijos. Hoy se recibe Florencia de economista y hace cinco meses se recibió Manuel de ingeniero. Mis tres hijos ya son profesionales. Siento que se cierra un ciclo.