Enero 1978:
Una amiga me cuenta al oído que a un niño se lo llevaron, lo taparon de comida y lo enterraron vivo. Que cuando lo encontraron tenía tierra entre las uñas, que murió así, rascando. No puedo comer en todo el día. Tampoco iré al colegio mañana. Julio 1979:
La obra termina cuando los bufones salen bailando entre el público. Uno de ellos me toma de la mano y me lleva al escenario, no recuerdo por qué llevaba un caqui. Bailo con bufón y caqui frente a un montón de niños y adultos. Agosto 1980:
Queremos que muera Pinochet y en el recreo jugamos a enumerar cosas que le pasan: se corta un dedo al abrir una botella, pisa un clavo, se quema con la tetera hirviendo, lo muerde un perro, le amputan una pierna, le clavan un dedal en el ojo y se lo sacan. Seguimos así hasta que no queda nada. Febrero 1982:
Nos escondemos en el huerto a comer limón con sal, si nos pilla el tata, nos pega con su bastón, por eso vamos a la hora de su siesta. Para asegurarnos, lo espiamos mientras se saca la placa y queda sin dientes. Marzo 1983:
El queque de zanahoria está sobre la cocina, es irresistible: tomamos un cuchillo con Paula y partimos dos gruesos pedazos. Bailo como si mis pies se movieran solos, encantados. Mayo 1995:
Levanta su cabeza y me mira con ojos oscuros, submarinos. Mueve la cara de lado a lado, lentamente, con el vaivén de un anciano y, no sé por qué, siento que, aunque él acaba de nacer, tiene las cosas más claras que yo. Julio 1995:
El cerro Manquehue está nevado en la punta, con lo que te gustaba mirarlo, papá. No hay una gota de smog sobre Santiago esta mañana en la que fuiste a morir. Más bien, kilómetros de cielo raso y ese silencio que entra como vendaval, el frío que raspa la garganta, también. Cuento una hora, dos horas, tres horas, el tiempo no se detiene. Septiembre 2007:
Me pides que me quede tal cual estoy: con el ceño fruncido, el cigarro en la boca. Jamás me creí más bella, suave, dulce. No recuerdo haberme sentido tan mujer como esta tarde de primavera. Marzo 2010:
Leo sobre la cama, pienso seguir así hasta que tenga alguna idea sobre cómo continuar. Abril 2017:
Siento que nada volverá a ser igual, que las cosas irán bien, que se acomodarán de la mejor manera, que la respuesta a todo es una única y gran sonrisa. Difícil describir un estado de gracia.