Enero 1969:
Sentado en el piso, bajo el dintel de la puerta, descubro que estoy vivo. «Lo que yo estoy es... vivo», me digo. Enero 1970:
Estoy en el puesto de venta de diarios y revistas de mis padres, y me doy cuenta de lo importante que serán para mí todas esas letras escritas que no puedo leer, ¡porque todavía no aprendí! Enero 1977:
En un campamento escolar, caminando con mis amigos por el medio del campo, me caigo en un pozo. Todo se vuelve oscuro. Manoteo en el aire y logro asirme a algo, y paro de caer. Salgo como puedo de las profundidades. Me doy cuenta de que podría haber muerto. Enero 1986:
La mamá de mi novia se suicida. Es mi primera muerte cercana. Febrero 1986:
Estamos en el hospital y se acerca una médica a decirnos que mi papá acaba de morir. Entro por un minuto a su habitación. Lo veo yaciendo sobre la cama, con una palidez en el cuerpo que me espanta. Abandono la habitación. Junio 1992:
Estoy frente a una clase en el Conservatorio de Municipal de Teatro. Ejecuto los movimientos de una danza tailandesa que aprendí hace poco. Los alumnos copian los movimientos, en silencio. Septiembre 1997:
Toco el timbre de la casa de M., a donde fui sin anunciar mi visita. Me recibe con sorpresa, pero también con alegría. Vamos hasta la terraza. Hay mucho sol, tomamos un té. Un vínculo de hierro se empieza a gestar. Febrero 2014:
Me despido de mis compañeros de trabajo. Siento una profunda liberación y la esperanza del futuro me llena el alma. Salgo del restaurante donde almorzamos y me voy a nadar. Enero 2015:
Estoy en el lugar donde se cuentan los sufragios de la elección a Presidente de la República. Gana nuestro candidato. No lo puedo creer. Abril 2017:
Conozco a Nina, que acaba de nacer. Es una de las pocas personas que conozco desde el día de su nacimiento. Siento que empieza un vínculo que no tendrá fin.