Enero 1968:
Como insectos en la parcela de mi abuela. Septiembre 1970:
Con mi hermano nos estrujamos de la risa al ver abuelitas con el cabello de color violeta. Julio 1971:
A media noche la casa donde vivimos se sacude con un ruido ensordecedor. Mi mamá nos rescata del dormitorio a mí y mi hermano mayor. Nos reunimos con mis hermanas en la sala de estar. Mi papá busca las llaves de la casa. No podemos salir. Creo que gente extraña trata de entrar a la casa arremetiendo por todos lados. Estoy sentado en un sillón rojo de terciopelo. Me meo. Es un terremoto. Junio 1973:
Con mi madre y hermanos emigramos a Costa Rica en un avión militar que nos deja en Panamá. Al mirar por la ventanilla del avión, veo en la pista de aterrizaje cientos de sapos gigantes. Mi papá nos espera feliz. Vamos al puerto a buscar nuestros muebles. El sillón de terciopelo rojo también está. Enero 1977:
Retorno al país de las cadenas televisivas en blanco y negro. Aprendo a tutear a la gente y a mis amigos. Me obligan a cantar la canción nacional: «Puro Chile es tu cielo azulado». Julio 1980:
Mi gran amigo y confidente se va al exilio, mi padre. No me imagino que serán diez años. Septiembre 1990:
La veo entrar a la tienda donde trabajo como vendedor y siento que con esta mujer podría compartir mi vida entera. Hablamos sobre la caída del muro de Berlín y el fin de la dictadura. Agosto 1996:
Mi primer hijo nace en Berlín. Siento que mis abuelos regresan por fin a la tierra donde fueron expulsados por ser judíos. Junio 1999:
Mi segundo hijo nace en Berlín. Me sorprende que la capacidad de amar sea infinita: si me observo al microscopio, veo células de amor que se multiplican sin freno. Octubre 2016:
Para mis cincuenta decidimos con mi esposa que esta vez no cocinaremos. Invito a mis amigos al supermercado para que se compren lo que deseen.