Julio 1983:
Bajo del colectivo, estoy en Tilcara. Soy un pequeño actor. Se me acerca un chico coya de mi misma edad y lo invito a ver la obra. «No puedo ir, tengo que trabajar», me dice. No entiendo cómo las oportunidades son tan diferentes. Abril 1986:
Estoy esperando en el hospital junto a mis abuelos, mi papá y mis tíos. Miro fijamente la luz, si se prende azul es varón, si se prende roja es nena. Está por nacer. Sale el médico, me llama y me dice al oído: «La luz se quemó, es una nena». Marzo 1990:
Estoy en la escuela secundaria técnica, es mi primer día. Los pibes de sexto año nos cargan, me cargan. Me cuesta mucho despedir la niñez, pero tengo que aprender a responder, aprender a hablar. Diciembre 1999:
Me van a entregar el diploma. Ayer hablé con mi vieja, están en el pueblo y no pueden venir. Estoy esperando a que me nombren junto a mis amigos de la Escuela de Teatro. Cuando me llaman, subo al escenario y desde el fondo viene corriendo mi vieja. Más atrás veo a mi viejo y mi hermana. Agosto 2000:
Salgo caminando de la oficina del director de programación, voy a dirigir mi primera obra. Todo a partir del libro que me regaló la tata cuando yo tenía seis años: «Un ángel en patitas». Marzo 2003:
Estoy armando la valija para volver a Argentina. Estuve haciendo teatro. En las plazas, en el metro, en teatros, hasta en el medio de la selva. De México a Colombia. Cuando partí rumbo a Honduras creía que sería un mes de viaje, el destino quiso que fuera un año de encuentros. Diciembre 2006:
Estamos cocinando juntos y los repasadores se transforman en pañuelos de danza. Y ella se ríe y yo me río. Y nos reímos tanto que no podemos seguir cocinando. Abril 2009:
Acompaño a mi papá a buscar los resultados de la biopsia, él no se anima a abrirla. Yo lo hago. Tiene cáncer. Enero 2011:
Es una noche estrellada, estoy esperando detrás de una puerta blanca, ella grita. La médica sale y me la da en brazos. Ella me mira con esos ojos que me cuentan el mundo. Es Francesca, mi primer hija. Mayo 2017:
Estoy dando clases cuando me llama Aye, las contracciones se hacen más periódicas, continuas. Tomo el micro, la camioneta está rota. Pienso si este será el día, si llegará Eliseo. La noche se hace día, y lo que empieza en casa termina en un hospital.