January 1990:
Encuentro en la calle a mi gata Sonia.
January 1990:
Respondo a un aviso y me incorporo a trabajar en un banco privado, poco después de ser Director del Banco Central. Paso de estar en una oficina con boiserie y escritorio inglés, tener chofer y dos secretarias, a un rincón perdido en el medio de un inmenso espacio repleto de empleados y carpetas.
January 1990:
Cocino, lavo ropa, limpio la casa y percibo una presencia en mi vientre. Miro el paisaje paradisíaco por la ventana, los cerros nevados tan lejanos a mi hábitat. Me debato ante la bifurcación de caminos.
January 1990:
Subo a un taxi con mi madre. Me dice «Siempre vos tan perfectita». Las lágrimas inundan mi rostro.
January 1990:
En la casa de Porota, amiga y vecina de mi abuela Elena. Las tres tomamos la merienda, yo bailo y canto canciones de un programa de Flavia Palmiero. Me preguntan qué quiero ser cuando sea grande y contesto: «Actriz, bailarina y presidente».
January 1990:
Todos los días me despierto deseando que llegue la noche. Dormido, me reencuentro con mi padre; no hablamos, solo nos hacemos compañía. El día me recuerda que ha muerto el 12 de diciembre después de cuatro meses sufriendo, sin que yo ni mi madre pudiéramos hacer nada.
January 1990:
Cumplo dos años. Arranco un buen pedazo de torta con la mano y me lo meto en la boca: delicia suprema. Mi familia se altera, «¿Cómo vas a comer la torta sin soplar las velas?» -me grita mi abuela. Quiero llorar, me aguanto. Mi tía me defiende: «La torta es de ella, puede hacer lo que quiera».
January 1990:
Estoy en la sala de partos. Gustavo está a mi lado y me agarra la mano. Una cámara de video filma el parto. Me ponen la epidural. El obstetra me dice que puje. Yo pujo. Nace mi hijo. Nace Alejo. Se lo llevan para lavarlo. Lo traen y me lo ponen en el pecho. Una enfermera me dice: «Disfrútalo, se van pronto». Ya soy mamá.
February 1990:
Entramos en una exposición de Domenico Gnoli. Un zapato enorme visto desde arriba parece el cráter de un volcán. Una cama de sábanas blancas. Unos pantalones. Empiezo a entender otra cosa sobre la forma de retratar el mundo: la importancia de la escala.
February 1990:
La familia se muda de un país latinoamericano a otro. Todos tenemos un poco de miedo. En la nueva ciudad visitamos el colegio al que van a ir los tres chicos. Nos muestran la sección preescolar. En una mesita han puesto medio kilo de plastilina. Nuestro segundo hijo, de cuatro años, se acerca con una gran sonrisa y empieza a «amasar» espontáneamente, con gran creatividad. ¡Batalla ganada!
February 1990:
Estamos en la playa. Es de noche y hace frío. Me propone hacer una fogata. Mientras, cantamos y miramos las estrellas. Pasa una estrella fugaz.
March 1990:
Estoy en la escuela secundaria técnica, es mi primer día. Los pibes de sexto año nos cargan, me cargan. Me cuesta mucho despedir la niñez, pero tengo que aprender a responder, aprender a hablar.
May 1990:
Me doy cuenta de que sé leer.
June 1990:
Mi papá me pasa a buscar por casa de una amiga. Llega tarde. La mamá de mi amiga me acompaña hasta el auto. Subo. Él, agarrado del volante y mirando al parabrisas, me pregunta: «Daniela, ¿de qué trabaja tu papá?». Pienso que me lo cambiaron.
July 1990:
Estamos en la casa de playa de un amigo. Salimos en medio de la noche a comprar cigarrillos en auto. Pasamos junto a un bulto por la carretera. Él me pide que pare y retroceda: hay un montón de tierra y un par de bolsas desgarradas de basura. «Pensé que era un cadáver», me dice. «De verdad pensé que era un cadáver».
July 1990:
Finalmente llega el vestido marinero que mandé a hacer a la medida para el «jean day» de mi colegio. En la tarde alguien jugando revienta bombas de agua en mi espalda, mojan mi traje y yo me pongo a llorar en un baño sin que nadie me vea.
July 1990:
Madre anuncia que iremos al cine. Es la primera vez, estoy entusiasmada. Mi hermano ya camina pero no habla claro aún. Sin embargo, él y yo nos entendemos perfectamente, está aterrado. La sala es enorme y oscura, con butacas de terciopelo. Durante toda la película en la pantalla, proyectado, hay un lobo blanco.
August 1990:
Espero en la puerta del aula que comience la clase de antropología. Hablo con una chica que no conozco y está en la misma situación que yo. Inmediatamente encontramos coincidencias, somos parecidas y la confianza es profunda. La certeza es compartida: sabemos que acabamos de conocer a una hermana para el resto de nuestras vidas.
August 1990:
Noto que el cuerpo de mi mamá está diferente y le digo que parece una salchicha. Ella me dice que voy a tener un hermano.
September 1990:
Primer día de clase en el colegio Cardenal Mendoza de Valladolid. Mi tutor escribe su nombre en la pizarra. Don Dionisio. A todos nos parece un nombre extraño.
September 1990:
Llevo dos años estudianto unas oposiciones al cuerpo de Letrados del Estado para tener un trabajo estable, pero no me gusta. Decido coger un atajo. Sin decírselo a nadie me voy a Madrid y me presento a unas pruebas. Las supero con éxito. Comienzo mi formación de periodista.
September 1990:
Mi abuela italiana me invita a almorzar a su casa. Comemos milanesas con papas fritas y tomamos coca. Después de mirar la telenovela, ella me dice que si me gusta un chico, siempre tengo que tener las piernas bien cerradas.
September 1990:
Fiesta de primavera, nos aburrimos. Vamos a un bar con amigas. No deja de mirarme un actor reconocido, se acerca y me invita a beber. Luego vamos a su departamento. Sexo espectacular.
September 1990:
Conozco desde hace cinco meses a Frank, mi gran amor. Sentimos un afecto muy profundo y nos adentramos hacia una vida nueva. Nos mudamos a un lugar en el que ha conseguido trabajo por casualidad. Me voy de casa de mis padres con una maleta llena de libros, un poco de ropa y 120 marcos. Tengo dieciocho años y no sé qué me espera. Quisiera no regresar jamás.
September 1990:
La veo entrar a la tienda donde trabajo como vendedor y siento que con esta mujer podría compartir mi vida entera. Hablamos sobre la caída del muro de Berlín y el fin de la dictadura.
December 1990:
Cumplo 30 años. Pese a que es una fecha importante, estoy solo en Santiago y no celebro con nadie. Algunos amigos me llaman para felicitarme. Empiezo una nueva vida.