January 1950:
Estamos veraneando en la casa de mis tíos, en Puerto Belgrano. Un chalet cercano a la playa. Es la hora de la siesta y salgo sola a regar las petunias de los canteros. Tengo poco más de tres años. Mi tío me sorprende sentada al sol, con las sandalias mojadas. Me gusta estar a solas y en silencio. September 1956:
Algo explota a lo lejos, hacia la zona de la destilería. Se ven resplandores rojizos alzarse hacia el cielo al fondo de la avenida. La gente corre, se sube a los autos y enfilan hacia allá. Mi abuela se lleva a mi hermana de once años en el auto del vecino. Cuando mi madre se entera enloquece de miedo y yo con ella. March 1959:
Me he enamorado locamente de James Dean, no importa que esté muerto. Dialogo con él echada boca arriba en un techito desde donde lo encuentro entre las nubes. Es el único que me comprende. Le juro amor eterno. Jamás habrá otro en mi vida, jamás. November 1967:
Bajamos del auto y enfilamos hacia las grandes escalinatas de piedra. Es una mañana templada, con sol. Al llegar a la amplia explanada esperamos a que se abran las puertas. Mi padre me toma del brazo. Entramos a la gran nave central de la iglesia gótica, muchas caras se asoman a mirarnos. Caminamos lenta y serenamente hacia el altar donde me espera mi novio. July 1970:
Pregunto la hora. Alguno de los médicos contesta. «No puede ser. Tiene que haber pasado más tiempo, debo haber estado desmayada», les digo con voz débil por los esfuerzos. Entonces corren a mi cabecera, me toman la presión, hablan alarmados en voz baja. Está por nacer mi segunda hija y yo tengo 24 años. La edad en que creía que iba a morir. Debe ser esta la proximidad de la muerte, pienso. Y nace la niña. November 1975:
Son las diez de la noche. Mi marido acaba de bañar a nuestro hijo. Las otras dos están en su dormitorio y la bebita en la cuna. Llaman a la puerta. Dicen que son de la policía, que llame a... No termina la frase. Explotan vidrios y ventanas. Me bajan la cabeza manos desconocidas. Explico que no puedo dejar solos a los niños. Vuelve el silencio. Me levanto. Mi marido no está. October 1983:
Soy presidenta de mesa, tengo a las dos suplentes a mi lado. No podemos levantar la vista de los padrones, el movimiento de gente es incesante. El tiempo del escrutinio se hace interminable. Cuando entrego todo al correo, me despido y corro a casa. A las cuatro de la mañana apago la radio: es el día más feliz de mi vida. November 1998:
Vinimos temprano, cuando todavía había luz, pero ahora es de noche y se ha empezado a levantar un aire frío. Somos muchos familiares y algunos amigos que hemos venido a esperarlo, a recibirlo de nuevo entre nosotros. Son casi las doce y oímos cómo se abren las pesadas rejas. Lo traen. Lo abrazamos. Otra vez libre, camino a casa. December 2004:
Está muy enfermo. Ya no habla, ni se mueve de la cama ortopédica que ubicamos en uno de los dormitorios. Hablo con él, que se limita a mirarme y, a veces, a sonreír. La morfina lo ha serenado, seguramente. Mientras espero a la enfermera de la tarde le cuento cómo lo conocí: él se subía peligrosamente a un molino. Tenía diecisiete años. Veo cómo sonríe por última vez. February 2009:
Llega la hora del brindis en la fiesta de casamiento de mi hijo. Nos acercamos a la mesa, con sus hermanas, sus primos y tíos. Han pasado más de cuatro años de la muerte de su padre. Hoy es un día de felicidad plena para mi hijo por lo que ha logrado alcanzar: una mujer que lo ama, una futura familia, una despedida a la soledad que lo acechaba. Levanta la copa y evoca con orgullo a su padre.